martes, 3 de abril de 2012

La misma página.


Mucho tiempo pensé que moverme desesperadamente iba a hacer que finalmente me soltara de esta camisa de fuerza que contiene mas que solamente rutina; quizás dejé tantas cosas encerradas que me iba asfixiando cada vez que trataba de zafarme. 
Pasé muchos años pensando sobre lo mismo y leyendo el mismo capitulo en mi mente, a veces la misma página, quizás para descubrir que si me había equivocado, y a veces sobre el mismo tema; pero aún así, no dejaba de darle vueltas. No podía retomar el sueño, ni la cordura, solo no quería dejar ir esos pensamientos aún cuando calaran lo más profundo de mi ser destrozado por no saber decidir. Rogaba para que llegase algo que me llevara hasta el día en que nací y confiar en que mi instinto sabría que hacer esta vez y no volver a destrozarme de nuevo. Pero, es imposible que eso suceda ¿No es así?.
Despertaba a veces y me daba cuenta de que todo lo que había soñado se desvanecía, que lo que mi cabeza había solucionado entre sueños no era más que un deseo hecho realidad arrebatado por esta misma, que me hacía mirar con recelos la luz del día, por alejarme de mi salvación, de las llaves de estos candados que sujetaban mis amarras. Añoraba la noche como si fuera a acunarme en paz y así poder ser libre por muchas horas, aunque no recordara la mayor parte. Entonces me dí cuenta de que tan solo la noche era mi amiga y que la realidad me había tendido una trampa, me había declarado la guerra. 


Una parte de mi se cansó durante estos años de luchar contra mi misma, de creer que podía evadir mis asuntos con solo creer que la solución estaba en permanecer dormida. Y no, no trate de irme de esta vida, porque es cansado intentarlo alguna vez y fallar, terminar en este estado de no querer estar viva pero estar para no hacer que alguien mas sufra por tu ausencia tanto como tu sufriste por estar viva; tan solo comencé a quedarme en blanco, desvanecerme entre las correas, ser un vegetal muerto por dentro y viviendo en piloto automático. Entonces decidieron soltarme. ¿Qué extraño? Después de todo lo que pasé estar muerta por dentro era lo que necesitaba, no sentir nada y no pensar en nada. 

Salí de esa horrible habitación con el mismo nombre, pero con un vacío por dentro. Aunque nadie tenía que saber que algo no andaba bien conmigo, porque entonces me hubieran empezado a dar pequeñas dosis de alegría de manera artificial y lloraría si es que el frasco se llegara a acabar. De pronto se me ocurrío simplemente mezclarme con las emociones y los gestos de la gente; si ellos sonreían, yo sonreía; si mostraban pena, yo mostraba compasión; si había ira les enseñé mi empatía, conviritendome en un fiasco social, alguien confiable para el mundo, despreciable para mi misma. 

Cuando estás en el mundo social llega gente a tu vida, gente que deberías simplemente descartarla apenas te cruzan la mirada y poner una muralla gigante para que no puedan tocar tu alma, pero hay quienes no te miran, solo te llaman sin hacer un gesto, sin mediar un saludo o alguna expresión de cordialidad, solo "están" allí de alguna manera. Pero no, no iba a arriesgar a acercarme, porque podria interesarme demasiado, y mi orgullo no me dejaría sacar esta nube negra por una chispa dorada sobre algún ser interesante. ¿Pero que sucede si esa persona no es un adulto que piense y te de para desconfiar?